Tres meses
nos duró el amor eterno.
Tres meses
de polvos sin orgasmo.
Trescientos besos
en tres mil lugares.
Tres noches de despedidas
con más de tres millones de buenos días.
Tres sonrisas bajo la atenta mirada
de una gotera en un mismo techo.
Tres,
maldito número
para una historia de dos
que acabó
entre los tres lados
que tienen las Bermudas.
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