jueves, 19 de junio de 2014

Difícil, casi perfecto

Vosotros
tan de querer mecánicamente,
de imitar otras vidas
-y de copar la de todos-
de encarcelar la locura,
de imponer la cordura,
de privatizar la sonrisa.

Vosotros 
tan de contratar al amante,
de firmar vuestra historia,
de ponerle hasta las comas a un guión
diario,
semanal,
mensual,
anual,
vital.

Vosotros
tan de acordar los besos, los abrazos,
de pactar los orgasmos,
de apuntar las horas,
los días,
los meses
los años.

Ella y yo,
tan de ser dos,
de no creer en medias naranjas,
de juntarnos un rato para exprimirnos.

Ella y yo,
tan de improvisar
de hacernos el amor en cada precipicio
de querernos bonito.

Ella y yo
tan de querernos difícil
,
casi ficción,
casi perfecto. 



domingo, 15 de junio de 2014

Me gustaría.

Me gustaría ser lobo
entre tus mil praderas.
Revolcarme en tu suelo
y respirar tu aire.

Me encantaría,
mi amor,
salir de esta jungla
y taparme con tus sábanas.

Entrar sin avisar
en tus labios
y dejarte sin palabras
callando también yo.

Me gustaría que
compartiéramos camino,
pero era un suicidio
que te siguiera en el tuyo.

(como dijo Benedetti)
"El azar nos ofrece
su doble vía.
Vos con tus soledades,
yo con las mías."

Y ahora el esquema es:
Tú con tus fantasmas,
tus fantasmas conmigo
y yo sin ti.

Me encantaría ser
pupila en tu mirada perdida,
ver por ti
el mundo que deseo.

Me gustaría
que te vieras 
con los ojos
que te miro.

jueves, 12 de junio de 2014

La madrugada desde mi ventana

El cantar de las aves comienza 
a las cinco de la mañana.
Abro la ventana y en la penumbra
veo dormida la ciudad.

Mi barrio, tan alejado del centro,
duerme tranquilo y en silencio,
y los pájaros que están despiertos
cantan a destiempo para desvelar el sueño.

Las casas están apagadas y sin vida, 
las calles sólo se iluminan por escasas farolas
y la lejana autopista que esta noche me inspira.

Cada vez oigo más fuerte el cantar de las aves,
comienzo a escuchar el motor de algunos coches
y algún autobús pasar.

Esta madrugada, que no sé si se consideraría
noche o día, da mucho que pensar.
La diminuta plaza que por las tardes está abarrotada
por ancianos y gitanos está silenciosa y desierta.

El parque que está junto a mi casa
espera en soledad a que el día
nos haga despertar y por él pasear.

El colegio que está en frente de mi casa
duerme siniestro. Una luz tétrica
ilumina el árbol que duerme junto a él
y otra tenue ilumina el pequeño rosetón.

Sigo escuchando a los pájaros a destiempo,
sigo escuchando los motores de los coches,
sigo viendo algún que otro autobús marchar,
sigo aquí aún despierto, a las seis menos veinte.

La penumbra del cielo empieza
a lo lejos a esclarecer,
los pájaros cantores acentúan
casi al unísono el tempo
y el sol se posa por fin 
lentamente sobre el cielo.

Noches de alquiler

Deshacernos la boca,
besar tu pecho de fuego,
quemarme por ti,
saborear la canela de tu piel,
rozar tu vientre –bendita meseta-
comer tu ombligo,
morder la muestra de que viniste al mundo,
quedarme a vivir entre tus piernas,
gemirnos al oído -pero que se enteren los vecinos-,
co
          rrer
                      nos
mentirnos,
decir que nos queremos,
abrazarnos,
sonreírnos,
vestirnos,
desconocernos
y versarte.

Nada es eterno, aunque lo parezca,
pero cuando lo hago contigo
el reloj siempre marca las 12.


lunes, 9 de junio de 2014

Finales alentadores

''A la piel le va el azar, al alma algo más duro''.
[Rafa Pons]


Miguel recordaba su primera vez como si fuese la última. Seguía enamorado. Pero estaba casado. Había formado familia, con hijos. Como no iba a hacerlo. Que diría su abuela-y el vecindario-.

Ángela era una mujer preciosa: no hincaba la rodilla ante nadie, infatigable y luchadora. Era de esas mujeres que paran desahucios y derrumbaban fronteras. Aún así, a él le costaba mantener aquella situación (aunque fuese por su abuela). Seguía enamorado de aquel primer polvo. Imborrable. Sudor con sentido y consentido. A ella la había querido... pero nada era eterno.

Un día Miguel, dio el paso. Abofeteó al mundo y tiro el matrimonio por la ventana mientras bajaba las escaleras. Volvió con Alfredo para echar su segundo polvo en condiciones. 


jueves, 5 de junio de 2014

Maldita sinceridad

Llego a mi cama y me tumbo tras un día agotador. Necesito descansar e incluso me tomo un ibuprofeno - ¡Qué calamidad!- Yo que presumía de no medicarme… Antes, necesito escribir y vaciar. Decir ¿qué pasa conmigo? O que pasa contigo. La mañana me ha servido para tantas cosas. Demasiadas. La primera vez que pisaba tu cuarto. Y no ha sido un calentón, no. Tumbarme en tu cama ha sido como darme cuenta de que podemos llegarnos a querer, aunque sea a ratos. A ratos que se asemejan a 5 minutos pero que el reloj –nuestro dueño- marca dos horas. 

La habitación parecía una jodida nube. Estábamos en el puto cielo. Volando a base de besos. Quizá algo de música le hubiese puesto la banda sonora pero…estaba ella. Estaba ella y sus labios. Lo fundamental vaya. No queríamos despedirnos pero nuestras agendas no se hablan, no concretan sus citas a la vez. Ni lo van a hacer. Aún así habrá miles, ojalá millones de horas como esas dos. Horas en las que se para el mundo, el tiempo deja de molestar y jugamos a querernos un poco más. 

Soy Guillermo, son las 2 y media de la mañana y me acabo de dar cuenta de que te estoy escribiendo por whatsapp. Maldita sinceridad. Te has clavado hondo.