martes, 29 de abril de 2014

La casualidad y el no destino.


''La excusa más cobarde es culpar al destino''
Ismael Serrano



Le escribía al hombre del traje gris hacía ya un tiempo. Allí le mandaba las cartas. Juraría que la dirección era ‘’Calle de la Casualidad 1, segundo 3ª’’. Nunca le llegaban. El cartero no encontraba el buzón o la carta no entraba en él.  Se cansó. Se cansó como se cansan quienes ven en el destino una suerte de virtud. Se marchó a volar entre las olas y nadar entre las nubes. Como debía hacer. Se alejó de lo casual, construyó su no destino y, contra todo pronóstico: sobrevivió.



martes, 22 de abril de 2014

Paseando por tu cuerpo.

Mis labios se posan, levemente,
en un lado de tu cuello,
mis dedos en tu vientre:
se te va erizando el vello.


Acaricio, con las yemas,
el contorno de tu ombligo,
mi respiración, (me quemas),
queda cerca de tu oído.


Pasa mi palma a tu costado
y mis dientes suavemente
hacen cima en tus senos tensionados.


Recorre la punta de mi nariz
junto a mis besos
cada centímetro de tí,
y mi lengua se detiene
finalmente
en un grano de placer
y allí me pierdo
eternamente
en el fondo del querer.

sábado, 19 de abril de 2014

Tu piel.

A veces bailo en tu piel,

que es cobijo de mi voz callada...


Bailo durante horas,
sin pasos, 
sin orquesta...

A veces bebo de tu piel,

duermo en ella
y habito en ella.

Tu piel que me llama,

que dice que lleve a mi piel
para que juegue con ella.

Tu piel de montaña nevada,

de ternura de día
y libertad de noche.

Tu piel casi de seda,

que es lienzo de pintores
y luna de poetas.


A veces bailo en tu piel,

que es cobijo de mi piel desnuda...



sábado, 12 de abril de 2014

Las manos


Fueron las manos de Gioconda 
las que me hicieron a soñar
Fueron las manos de Neruda 
las que me explicaron como mirar.
Fueron las manos de un niño 
las que no dejaban de enredar
y las tuyas, 
las que me enseñaron a volar
en un ascensor. 

Y aún así
lo que me enamoró
fue esa sonrisa 
al calor de mi beso en tu mejilla. 




jueves, 10 de abril de 2014

Hay quien solo ama

Hay quien ve en cada paso
estar a menos distancia de un precipicio
de un patíbulo inevitable
de una horripilante forma de irte.

Hay quien ve la desgracia en la lucha
y quien aprecia al santo milagrero.

Por eso salgo a tu encuentro
aunque la muerte pise mis talones.

Salgo adelante con o sin mordaza
y vivo para conocerte en la trinchera
donde ambos compartiremos algo más que el habla.

Suenan bellas consignas entre cada bala de goma
porque con la voz del compromiso cantas
y provocas que las ondas acaricien mi rostro
que se carga de vida, ese día tras las pancartas.

Porque en esta desgracia permanente
no hay más día que la noche
ni mas cárcel que el amor penitente.

Somos y seremos amantes, en la cárcel sistémica
en la vida mutilada.
Si algo nos tortura no será la propaganda del amor
sino el peso de aquellos que no sienten ningún dolor.


                     Vidal Mantolan

miércoles, 9 de abril de 2014

Parece que aún

Y parece que aún te sigo queriendo,
lejana a mí y en ráfagas de viento.

Y parece que aún sigues doliendo,
clavada en mí cada segundo que vivo.

Y parece que aún vivo en un continuo
trance hacia la nada y el olvido.

Y parece que aún me funcionan 
a duras penas los cinco sentidos
que la nostalgia los hizo enemigos.

Y parece que aún la nada y el olvido
no han hecho estragos en mi camino.

Y parece que aún la luna y el frío
me acompañan jodiendo en el camino.

Y parece que aún queda un largo camino
para caer al suelo muerto y rendido.

lunes, 7 de abril de 2014

El poema que nunca quise escribir:


Leyes que prohíben
beber vino en un parque
fumarse un canuto 
o desvestirse en la calle
(como si un cuerpo desnudo
fuera peligroso).

Leyes que no permiten
que mujeres besen a otras
que decidan sobre su cuerpo,
su vida, su sexo, su sed.

Leyes que prohíben
a los pueblos gritarle
al gobierno ilegítimo,
corrupto y mentiroso de turno.

Leyes que persiguen
escritoras, poetas, suspiros.
Leyes que liberan
banqueros, políticas, malos libros.

¿Y todo esto es justo?

Justa sería la ley
que prohibiese la muerte
de un niño de siete años.

Justa sería la ley
que impidiese a unos padres
vivir el adiós a su hijo.

Justa sería la ley
que evitase a la maestra
llorar por el pupitre vacío.

Injusto, muy injusto es
que tu estrella se apagase anoche,
mi niño.
Que se volcase de golpe
el reloj de arena
sin darte, sin darnos tiempo
a un beso, un abrazo,
un “hasta siempre”.


Para Adrián, con todo el amor que cabe en mi cuerpo. Que tu luz me acompañe siempre...




sábado, 5 de abril de 2014

Patria que muere y renace.

Muchacho rebelde con ojos de fuego,
salvaje guerrero por un mundo justo,
viento que sopla a compás veraniego,
niño que nace fuerte y robusto.

Barro de lágrimas, tierra de sangre,

mi patria muere por golpes pasados,
patria que lleva el morado en sus carnes,
huellas de tanques abanderados.

Como el anciano con sueños de niño

que visita ríos que ya se secaron,
que bebe de copas y manchas de vino
que sube a trenes que ya se marcharon.

De la misma patria muchacho y anciano,

su pueblo herido por balas feroces,
uno que muere y que no luchó en vano,
otro que nace y que ya grita a voces.