martes, 18 de junio de 2013

¿A dónde marchó Amanda?


Un sueño a oscuras,
dos velas apagadas
y esta noche estrellada.

Dos llamadas inesperadas
a las tres de la mañana
y ninguna de Amanda.

Si pudiera decirle
que la calle no estuvo mojada.
Si pudiera contarle
que Manuel no se marchaba.
Si pudiera explicarle
que sigue vivo Víctor Jara.

Un sueño a oscuras,
dos velas apagadas
y esta canción desesperada.

Dos sonrisas anchas
tres lluvias del cielo
y ninguna de Amanda.



 

viernes, 7 de junio de 2013

Cien soles

Con "Cien Soles" estreno mi primera entrada en este mosaico de relojes, porque somos eso, el tiempo que nos queda, en el que cada un@ deja su granito de arena. Los Soles siempre son de vitalidad, de alegría. No hay soles de oscuridad, de melancolía. Porque los Soles son eso, Soles, "y serán mañana para los más, para los que se les niega el día...". Espero guste.


¿Quién quiere un sol, teniendo ciento,
brillando en la misma noche?
-sí, la noche-
Revoloteadoras farolas que despiden
la luz suficiente para verme
- y encontrarme-
donde ayer quise estar.

Cien, cien soles bailaban aquella noche
de adiós,
y dos, sólo dos,
gobernaban tu cara.

Dos soles viejos, azules -agonizantes dirían-
mas despedían juventud, fuerza, lucha.

Dos, dos soles oceánicos que intimidaban a la mar,
que ofendida se esconde, para luego avanzar,
tal es su celoso oleaje, que no depende de otra cosa,
que de tus dos soles turquesa.

Y bajo los cien soles -estos amarillos-
dos personas,
(personitas desde aquí arriba, desde el rincón de la memoria
en el que observo).

Cien, cien soles de verano vigilaban la noche,
orgullosos de eternidad,
porque la eternidad se hizo para los soles,
y no para nosotros.

¡Cien! ¡Cien soles!
Claro que... ¿Quién quiere cien soles, pudiendo tener aquellos
dos lagos con los que sigo soñando?




F.F.

jueves, 6 de junio de 2013

Aprendí leyendo.



Leyendo aprendí que Neruda y Machado no querían. Amaban.
Leyendo aprendí que puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Leyendo aprendí que hoy es siempre todavía.

Leyendo aprendí que las cataratas de Iguazú no son las de Niágara.
Leyendo aprendí que la Espada de Damocles no abrió la brecha de Rolando.
Leyendo aprendí que en París no hay amor. Hay luz

Leyendo aprendí que en un verso flota el mayor reflejo del poeta.
Leyendo aprendí que leyendo podía soñar
Leyendo aprendí que leyendo podía volar.

Leer me hizo libre. Imagínate escribir.


domingo, 2 de junio de 2013

Veremos (II)



Veremos el día en que talen un bosque
y fabricarán árboles de madera.

Que nos ha de extrañar
si se privatizan derechos,
se patentan hasta olores,
si tu salud tiene precio,
si tienen dueño los colores;
si eres solo un coste salarial,
si cuando hablan de propiedad
lo pronuncian libertad:
esquizofrenia colectiva,
cadenas invisibles
que no notarás
hasta que no te muevas.

Quien quiere dignidad
cuando tiene propiedad:
conciencia enterrada,
perdimos la hegemonía
pero nunca es tarde
para sembrar la rebeldía,
aquí pongo mi arma
ofrezco mi poesía.

Me disfrazo de poeta,
invento una herramienta,
para hacer de este verso
un disparo a tu conciencia,
un atentado a tu indiferencia,
una alarma de preguntas,
a una mente que despierta.

Querría crear poesía rebelde,
a través de mis versos,
tal vez dirección consciente,
sembrar condiciones subjetivas
donde ya sobran las objetivas,
contribuir a crear mayoría social,
un sujeto político capaz
de transformar la realidad:
personas dentro de un todo,
la individualidad en colectivo,
tras una idea de fondo
siempre buscando un objetivo:
luchar, crear,
poder popular.

Y para ello, recuperar la hegemonía:
que se sepa dominado
quien así no se creía,
que no se sienta derrotado
porque somos mayoría,
el ahora pronto será pasado,
con tu lucha y con la mía
transformamos la realidad,
porque al sentir como propia
la lucha de un igual
siempre lo llamaron solidaridad.