Se dejó el balcón abierto,
y el alma vacía.
Le pesó su futuro. Incierto.
Apartó lo que quería,
y al mundo de su invierno.
Al final saltó al olvido.
Vio claro que errar,
era acusar al destino.
Nuestro destino no es azar.
Sólo ese camino,
que trazamos al andar.
(‘’Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar’’).
Gracias Don Antonio.
La última estrofa... Increíble.
ResponderEliminar¡Gracias compa! Que alguien de tu calibre poético, diga que esto es increíble...me emociona.
ResponderEliminarUn abrazo, y sigue escribiendo así de bien.