lunes, 21 de octubre de 2013

Cuando la revolución se versa en tus ojos.

Obrero, lucha.


Obrero,

¡lucha!
Rompe tus cadenas
y úsalas de arma.
Fuego en las calles,
llamas en el alma.
En cada rincón del mundo,
en cada calle,
en cada ciudad,
una barricada 
y detrás,
el valor del pueblo.
Que los cócteles vuelen
y los fusiles disparen.
Que los pobres griten
y los burgueses tiemblen.
Proletario, 
organízate y lucha.


Viviré libre.


Sentiré tu cálido aliento
rozando la piel de mi pecho,
percibiendo la calma
que ofrecían tus atardeceres.



Presenciaré contigo el mundo,
libre y guerrillero
como tu espalda insumisa,
aquella que tanto me gusta.



Aquella espalda por la que vago
con la yema de mis dedos, 
aquella que me sugiere descansar
eternamente en tu regazo revolucionario.



Seré inexperto en el arte
de buscarle lógica a tus ojos.
Aturdido por el horizonte
que reflejan éstos.



Rescataré de mi memoria
los fantasmas de mi pasado
y con tu hoz
les cortaré las palabras.



Viviré entonces libre,
sabiendo que las únicas cadenas
con las que cargo
son las que me atan a tus manos. 








No hay comentarios:

Publicar un comentario