martes, 29 de octubre de 2013

Si pueden más las horas que las vidas...

Si pueden más las horas que las vidas,
la suerte que la risa cuando me miras con prisa.
Si existen los espejos de cristal,
¿por qué no he de existir en los que no te puedo mirar?
Si viven como estrellas los humanos
y se mueren como esclavos sin siquiera haber volado.
Si la Luna baja y siente que el pendiente de tu oreja
se excita con mi aliento y roza los fantasmas del pasado más abstracto.
Amiga de mis noches, verduga de mis versos ardientes,
de mis besos de serpiente y mis ojos intermitentes.
Víbora de mis orgasmos más fugaces,
del calor de la cama después del frío del sudor de tu espalda,
la mía arañada queda por tus manos de rosal.
Mesillas de noche que esconden poemas a musas traidoras,
a inviernos de café y lágrimas para desayunar,
a duchas calientes y a corazones helados.
¿Qué queda?
Quedan poetas muertos o poetas que no viven,
quedan utopías, abrazos que nunca se darán
y esquinas que nunca recordarán a ninguna canción.
Filosofías de Domingos interminables, 
de mantas cubriendo pies que un día saltaron charcos.
Nunca llueve a gusto de todos
 y nunca corre el tiempo a gusto de nadie.
Metáforas de paredes golpeadas con puños frustrados,
de fotos arrancadas de puertas cerradas.
Febreros más largos que el resto del año,
insistentes gritos ahogados en un suspiro desesperado.
Insurgentes miradas en la dictadura de las palabras,
pinturas manchando paredes limpias por estar vacías.
Historias de braguetas bajadas,
de camisas abiertas y de almohadas retorcidas.
Falsos reflejos de imágenes ilógicas,
de argumentos perdidos por tanta saliva.
Si pueden más las horas que las vidas,
apaga y vámonos.
      
                                                                                                                    ¿Qué hay más allá de un beso?





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