Leyes que
prohíben
beber vino en
un parque
fumarse un
canuto
o desvestirse
en la calle
(como si un
cuerpo desnudo
fuera
peligroso).
Leyes que no
permiten
que mujeres
besen a otras
que decidan
sobre su cuerpo,
su vida, su
sexo, su sed.
Leyes que
prohíben
a los pueblos
gritarle
al gobierno
ilegítimo,
corrupto y
mentiroso de turno.
Leyes que
persiguen
escritoras,
poetas, suspiros.
Leyes que
liberan
banqueros,
políticas, malos libros.
¿Y todo esto es
justo?
Justa sería la
ley
que prohibiese
la muerte
de un niño de
siete años.
Justa sería la
ley
que impidiese a
unos padres
vivir el adiós
a su hijo.
Justa sería la
ley
que evitase a
la maestra
llorar por el
pupitre vacío.
Injusto, muy
injusto es
que tu estrella
se apagase anoche,
mi niño.
Que se volcase
de golpe
el reloj de
arena
sin darte, sin
darnos tiempo
a un beso, un
abrazo,
un “hasta
siempre”.
Para Adrián,
con todo el amor que cabe en mi cuerpo. Que tu luz me acompañe siempre...
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