Hay quien ve en cada paso
estar a menos distancia de un
precipicio
de un patíbulo inevitable
de una horripilante forma de irte.
Hay quien ve la desgracia en la lucha
y quien aprecia al santo milagrero.
Por eso salgo a tu encuentro
aunque la muerte pise mis talones.
Salgo adelante con o sin mordaza
y vivo para conocerte en la trinchera
donde ambos compartiremos algo más que
el habla.
Suenan bellas consignas entre cada bala
de goma
porque con la voz del compromiso cantas
y provocas que las ondas acaricien mi
rostro
que se carga de vida, ese día tras las
pancartas.
Porque en esta desgracia permanente
no hay más día que la noche
ni mas cárcel que el amor penitente.
Somos y seremos amantes, en la cárcel
sistémica
en la vida mutilada.
Si algo nos tortura no será la
propaganda del amor
sino el peso de aquellos que no sienten
ningún dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario